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Un estudio reciente confirma que el manto de hielo de Groenlandia y la Antártida, cuyo ritmo de pérdida de masa está aumentando a pasos agigantados, cumple el peor escenario de subida del nivel del mar contemplado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático
El estudio, publicado en Nature Climate Change, compara los resultados del balance de masas del manto de hielo a partir de observaciones vía satélite con proyecciones de modelos climáticos. El estudio es obra de un grupo internacional de científicos de la Universidad de Leeds (Reino Unido) y el Instituto Meteorológico de Dinamarca (DMI), que también forman parte del actual Ejercicio Intercomparativo de Balance de Masas de la Capa de Hielo (IMBIE).
Creado en 2011, IMBIE constituye una colaboración internacional que reúne a científicos en un esfuerzo común por reducir la incertidumbre de las distintas mediciones satelitales del balance de masas del manto de hielo y está cofinanciada por la ESA y la NASA.
Desde que a principios de los años noventa se comenzó a vigilar sistemáticamente el manto de hielo, entre 1992 y 2017 Groenlandia y la Antártida han perdido 6,4 billones de toneladas de hielo, haciendo que el nivel del mar aumente hasta 17,8 milímetros. Si continúan a este ritmo, la desaparición de la capa de hielo hará que el nivel del mar suba otros 17 cm, por lo que para finales de este siglo 16 millones de personas más quedarían expuestas a inundaciones anuales en las costas.
Tom Slater, autor principal del estudio e investigador climático del Centro para la Observación y el Modelado Polares (CPOM) de la Universidad de Leeds, señala: “Los satélites son el único modo de monitorizar de forma rutinaria estas enormes áreas remotas, por lo que son fundamentales para ofrecer mediciones que nos sirvan para validar los modelos de la capa de hielo”.
“Las observaciones por satélite no solo nos dicen cuánto hielo se ha derretido, también nos ayudan a identificar y comprender qué partes de la Antártida y de Groenlandia lo están perdiendo y a través de qué procesos, lo que resulta fundamental para mejorar nuestros modelos”.
IMBIE emplea datos de varias misiones —incluidas ERS-1, ERS-2, Envisat y CryoSat de la ESA, así como la misión Sentinel-1 del programa Copernicus de la EU— para vigilar los cambios en el volumen, el flujo y la masa del manto de hielo.
Ruth Mottram, coautora del estudio y científica climática del DMI, añade: “Los datos de las misiones satelitales de la ESA han hecho posible que avancemos en nuestra comprensión del comportamiento de la capa de hielo durante las últimas tres décadas. La familia de altímetros radar de los satélites de la ESA ERS-1, ERS-2, Envisat y CryoSat llevan desde principios de los años noventa proporcionando registros continuos y a largo plazo de los cambios en el manto de hielo”.
Como apunta Marcus Engdahl, de la ESA: “Las observaciones por satélite nos muestran que las capas de hielo reaccionan con una rapidez sorprendente a los cambios medioambientales. Es vital que los científicos puedan acceder a los datos de futuras misiones capaces de observar áreas polares, como las próximas misiones candidatas de alta prioridad de Copernicus CRISTAL, ROSE-L y CIMR”.
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