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Son un grupo de mujeres que sienten el rugby como algo muy pegado a su piel y a su sangre, su entusiasmo es invencible. Sin apenas ayudas, pero con un tesón, esfuerzo y talento extraordinarios, las chicas rugbiers del Olímpíco de Pozuelo se han encaramado a la cima de un deporte que, lentamente, va saliendo de las sombra
Por Germán Pose
Fotografía: Ricardo Rubio
QUERIDAS DAMAS RUGBIERS
Hace tiempo que ya quedó añeja esa frase histórica que dejó escapar el tío Churchill, entre brumas de whisky y tabaco habano, según la cual el rugby era un deporte de villanos jugado por caballeros. En ese clásico aforismo que se completaba con que el fútbol era justo todo lo contrario –un deporte de caballeros jugado por villanos- ha llegado el tiempo de incluir a las damas, que se han ido haciendo fuertes en esa áspera escena de machos con el poder de su pasión y su talento. Así que, según lo visto, parece necesario sacudir el axioma de marras para concluir, de una vez por todas, que el rugby es un deporte de villanos jugado por caballeros y…. damas.
Desde sus lejanos orígenes en la Gran Bretaña, donde las verduras no tienen alma -según el actor indio Manish Dayal-, el rugby fue un territorio comanche acotado por rudos tipos de mentón de piedra y cabeza de yunque capaces de perforarte el esternón solo con la mirada. ¡El rugby!, ese juego tan supuestamente viril, tirando a tosco, que se disputa con un balón que no es redondo y tiene forma de melón. Pero ¡cuánta grandeza envuelve cada envite de los jugadores durante el encuentro! Y tras la dura refriega sobre el pasto, llega ese sagrado tercer tiempo que se celebra en el pub más cercano, con orgía festiva de cánticos y brindis fraternales de cerveza entre los rivales que, poco antes, se disputaban a muerte cada palmo del terreno. La sangre, el sudor y las lágrimas -otra vez Churchill- quedaban desparramadas en el campo de batalla mientras que el espíritu noble de los guerreros reinaba en esa ceremonia de compadres. Caballeros de buen corazón que no llegaron a cautivar el alma sublime de tipos como Oscar Wilde, quien dejó escrito que “el rugby es una buena ocasión para mantener treinta matones lejos del centro de la ciudad”.
En esta extraña y moderna época en que se ha invertido el aire de los tiempos y los chicos quieren ser princesas y el macho ibérico va siendo desplazado al rincón oscuro de un desván, derritiéndose en el tiempo y el espacio como un triste reloj de Dalí, irrumpen radiantes y lozanas las damas del rugby. Las chicas rugbiers están haciendo la revolución al revés. O sea, van a la contra. La reserva espiritual de ciertos clásicos valores que se suponían exclusivos del hombre revive en el corazón contento de estas mujeres. ¡Quien lo iba a decir!, tan femeninas ellas, no desafían con su furia de mujeres al hombretón de pelo en pecho y mostacho espeso sino que se cuelan orgullosas bajo su piel y juegan al rugby -ese juego de villanos- proclamando sin complejos que hay espacio para todos y para todas en esta vida de locos, que es una absurda herida. Y con su delicadeza genuina de mujer despliegan –casi sin querer- en la corajuda melé del partido su luminoso toque de distinción, imprescindible acento para que no se vaya de tono la sinfonía caótica del Universo. Ya lo dijo la exjugadora de rugby Helen Kirk en 1987: “En términos del rugby femenino el mundo piensa que deberíamos tener bigotes y cola peluda pero, en realidad, todas podemos salir en la portada de Vogue”.
En España y en el mundo están dando que hablar estas aguerridas deportistas. Y a través de su aire libertario, pleno de esfuerzo y sabiduría, las chicas de la selección española de rugby –“Las leonas”, quintas en el Mundial de Seven celebrado este verano en San Francisco- se han ido haciendo visibles en la escena internacional y este mismo año 2018 levantaron la Copa de Europa por sexta vez, pasando por encima de la pasmada escuadra holandesa. De este glorioso equipo español forman parte algunas de las jugadoras del Olímpico de Pozuelo, brillantes campeonas de Liga esta temporada por segunda vez consecutiva. Ellas protagonizan las fiestas de Pozuelo de Alarcón 2018 y han sido designadas ilustres pregoneras. Y debe ser un motivo de orgullo para los vecinos de Pozuelo que unas mujeres atletas, leales a su casta, y tan nobles y de nervio fino, paseen al sol de España con alborozo la bandera de este pueblo al que tan bien le viene un soplo de viento fresco. Así que, a la espera del tercer tiempo de otro solemne combate, propongo ya un brindis fetén por estas damas del rugby, leonas bravas e indomables. Y que miran de reojo lo justo, como lo haría un torero en un baile. Por ellas levanto mi botella, queridas damas rugbiers.
“LAS CHICAS DEL RUGBY SON MÁS RESPONSABLES QUE LOS HOMBRES Y TIENEN MAYOR ESPÍRITU DE SACRIFICIO”
Andrea García quedó atrapada hace tiempo en el laberinto fantástico de “Pedro Páramo” y alguna vez se cruza en sus sueños el paisaje de ultratumba de Comala, donde los muertos se aparecen muy vivos y el aire lleva aroma de mezcal. Andrea tiene 23 años y desde su primera lectura se rindió para siempre al universo mágico del escritor mexicano Juan Rulfo. “Me fascina el realismo mágico y toda la literatura hispanoamericana” –afirma Andrea-, quien también sitúa a Paul Auster en su lista de narradores favoritos-. Junto a la literatura, la otra pasión de Andrea es el rugby. Ella forma parte de la primera plantilla del Olímpico de Pozuelo –juega de medio melé-, un equipo que está causando asombro en el mundo del rugby y que este año ha alzado la Copa Ibérica y, por segunda temporada consecutiva, el trofeo de Campeonas de la Liga española Iberdrola. Andrea estudia Filología Hispánica y alterna su formación académica con su trabajo en el restaurante que regentan sus padres en Pozuelo de Alarcón, “La Taberna de los Poetas”. Pero sus inicios en el rugby no fueron fáciles: “Cuando les dije a mis padres que quería jugar al rugby recibí un no rotundo y tuve que esperar algunos años para convencerles. Después, cuando vieron lo que significaba para mí, cedieron y me apoyaron”.
El rugby es un deporte histórico pero en España no alcanza la fama de la que goza en otros países del mundo. Se sigue considerando un juego duro y rudo solo apto para hombres fornidos. Pero la realidad es bien distinta. “El rugby es para todos, aquellos que dicen que el rugby no es para mujeres es porque nunca lo han practicado” –apunta Natalia Ortega, delantera del Olímpico-. La realidad es que hay mucho desconocimiento en torno a las virtudes de este deporte y, aunque parezca sorprendente, gracias a los éxitos de las rugbiers femeninas el rugby está saliendo de las tinieblas. “La gente normalmente se queda perpleja cuando les digo que soy jugadora de rugby. ¿Tú? –dicen-, si eres muy pequeñita, ¿y no te tumban de culo?" -comenta Natalia, que es diplomada en Enfermería y experta en Urgencias, y que considera que aún queda mucho camino por andar. “Para llegar al lugar donde estamos el trabajo ha sido un camino muy duro, las horas de entrenamiento, la disciplina, la dieta…Hemos dejado muchas cosas de lado –el trabajo, la familia, los amigos- para dedicarnos a lo que nos apasiona. Es necesario mayor apoyo institucional y que los patrocinadores aporten su ayuda y apuesten por el deporte femenino. Siendo mujer todo es más complicado pero las cosas están cambiando, aunque lentamente. Sería un sueño poder convertir el rugby en nuestra profesión”.
Todas ellas se rebelan cuando escuchan que el rugby no es un deporte femenino. Eva Aguirre juega de centro, es internacional con España –Las Leonas- y licenciada en Ciencias de la Actividad Física y Deporte. “No sé en qué lugar se establece qué deportes son femeninos y cuáles no. Si alguien lo sabe, que me lo diga" –expone, severa-. De la misma opinión es Carlos Bernardos, Terry, el entrenador del Olímpico las últimas tres temporadas. “Eso de que el rugby no es un deporte femenino es todo un anacronismo, decirlo ahora no tiene ningún sentido. Es un deporte de lucha colectiva y no es más violento que el fútbol. Desde luego, el rugby no es el tenis y requiere una actitud distinta, solo hay que entenderlo, asumirlo y disfrutar de él” –explica Terry, quien esclarece con nitidez un detalle que puede sorprender a muchos profanos a la hora de comparar a las mujeres y hombres que juegan al rugby. “Las jugadoras de rugby son más responsables que los hombres y se comprometen mucho más, tienen un mayor espíritu de sacrificio. Ha sido una experiencia fantástica trabajar con ellas porque te ayudan mucho. Siempre están dispuestas a trabajar duro. Te demandan estar más en forma, siempre dan más de lo que les exiges. Los chicos somos más relajados”. Claro ejemplo de esta admirable actitud es Sabina, de 23 años, otra de las centro del equipo, quien disputó los dos últimos partidos de Liga bajo el tormento del dolor, pues tenía el peroné roto, pero desconocía el alcance de su lesión y tuvo que ser operada cuando concluyó el campeonato. Por todo ello, concluye el míster, orgulloso: “El grupo del Olímpico es muy bravo y, aunque las cosas vayan mal, no pierden el ánimo y se vienen arriba, eso es fundamental en un deportista."
Patricia García es otra de las grandes figuras del equipo, tiene 28 años, juega de apertura y también es internacional con España. Después de una trayectoria de éxitos en nuestro país está a punto de hacer las maletas en busca de nuevos laureles. Acaba de ser fichada por el club japonés “Tokio Fénix”. Le encanta el heavy metal y el cine, y entre sus directores preferidos destaca a Pedro Almodóvar y a Woody Allen. “Ha sido un orgullo compartir la filosofía del Olímpico” –afirma con emoción-. Conmueve escuchar a estas mujeres cuando se refieren a los valores que encierra el rugby. “Compañerismo, resiliencia, respeto, humildad. Tratamos de respetar las normas para que el juego sea lo más divertido posible y lo más seguro” –apostilla.
A Irene Schiavón, delantera del Olímpico y, también, de la selección española, Ingeniera de Minas, también se le iluminan los ojos cuando se refiere al espíritu de compañerismo que reina en el grupo. “Realmente, cuando estoy jugando siento que cada una de mis compañeras en el campo, y fuera de él, se dejan la piel por el objetivo común, que es ganar”. Aunque, claro, esta deliciosa salsa ligaría con más fuste si por jugar al rugby no tuvieran que rascarse el bolsillo, como deja claro Irene: “Somos campeonas de España pero está bien que se sepa que no vivimos de esto, nosotras pagamos por jugar unos 400 euros al año. Por eso es bienvenida cualquier ayuda”. En cualquier caso, parece clara la huella que deja el rugby en estas mujeres. Para Natalia García “el rugby ha sido una Escuela de Vida. Me ha enseñado a esforzarme al máximo, a ser disciplinada conmigo y con mis compañeras, y a respetar al rival y al árbitro. Y, sobre todo, me ha enseñado que aquí siempre hay hueco para una más porque el rugby, y en especial el Olímpico de Pozuelo, somos una familia muy fuerte”.
La Liga Iberdrola de esta temporada ya está en marcha este mes de septiembre en que las chicas del Olímpico protagonizan las fiestas de Pozuelo de Alarcón. Son las pregoneras de este año y todas están encantadas con el reconocimiento del pueblo y el apoyo del Ayuntamiento. “Es un orgullo y una gran oportunidad para dar visibilidad al rugby femenino. Y si, además, conseguimos llamar la atención de chicas que quieran probar con nosotras, mucho mejor” –proclama Eva Aguirre entre risas-.
El Olímpico de Pozuelo ya es el equipo de rugby a batir en España y encara esta nueva temporada con la humildad y bravura que caracteriza a estas deportistas y con la ilusión de volver a ser campeonas de Liga. Y con un sentimiento sublime y envidiable de sentir este deporte que define, como remate de lustre, Andrea, la medio melé a la que Rulfo le sacudió el espíritu en su día: “El rugby es respeto y un vínculo silencioso que te une a cada rugbier del mundo y que hace que cuando te encuentres con uno, estés donde estés, luciendo su propia camiseta, no haga falta más que una sonrisa para gritar a los cuatro vientos: ¡Yo soy, fui y seré siempre rugbier!” Amén. Ω
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