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Desde el primer momento supo que la Televisión era su destino, antes de licenciarse por la Facultad de Comunicación de la Universidad Complutense, llegar al medio y consolidarse como una de las periodistas con una de las trayectorias más estables y duraderas en la gran pantalla en España. Desde Televisión Española hasta Antena 3, su “casa” profesional en la actualidad, su rostro y su voz nos han acompañado en diferentes programas de peso en la historia de la Televisión de nuestro país.
Se cuenta que en un casting le explicaron que “tenía un problema porque era demasiado guapa para entrar en Televisión y esto despistaba”, pero no nos confirma si esa anécdota es cierta.
Soledad Arroyo, formó parte del equipo fundacional de Espejo Público, el primer programa de reportajes semanales de la gran pantalla en nuestro país. Fue una de las primeras periodistas en investigar el caso de los niños robados en España, que recopiló en el libro “Los bebés robados de Sor María” (2013).
La pasión inconfundible de una periodista vocacional guarda los secretos de muchos reportajes e historias. Aúna sensibilidad y fuerza al mismo tiempo, cualidades de reportera consagrada y siempre se encuentra preparada para la noticia. Su mirada no necesita créditos ni presentaciones.
¿Cuándo y por qué decidiste ser periodista?
Nunca decidí ser periodista porque yo lo que quería era trabajar en televisión. Era una loca de la tele, la veía a todas horas. Ha sido siempre mi sueño porque me encantaba el medio y cuando me tocó elegir la carrera, lo único que se me ocurría que podía estar relacionado era periodismo. He hecho prensa y radio pero me parece que la tele es el medio más completo. Desde mi punto de vista creo que mi especialidad son los reportajes y me considero una buena reportera.
¿Qué cualidades son necesarias para llegar a ser una buena reportera?
Ser muy cotilla, preguntar mucho y no tener nada de vergüenza, porque para ser periodista no tiene que avergonzar tu profesión, que es preguntar. Tienes que conocer el medio. La televisión tiene mucha exigencia porque tienes que conocer la técnica, ahora mismo los periodistas de televisión tenemos que ser nuestros propios productores y realizadores. Tienes que saber un poco de iluminación, de montaje, de grabación y de sonido.
¿Cómo empezaste en televisión?
Empecé de secretaria administrativa cuando Televisión Española estaba en la calle Emisora. Allí hice un examen al banco de datos de Televisión Española. Entré de secretaria en un programa que se llamaba “Pero ¿esto qué es?” los viernes por la noche que dirigía Hugo Stuven.
¿Cómo fue el cambio de estar detrás a delante de la pantalla?
Porque ya terminé la carrera y se abrió una posibilidad de Televisión Española en Canarias a través de unos amigos que trabajaban allí. Me enteré y envié mi currículum. Era la oportunidad de ponerme delante de la cámara y dejar mi puesto de secretaria.
¿Qué destacarías de tu trayectoria?
En Televisión Española lo aprendí todo, o al menos todo lo que había que saber entonces. En la carrera nadie te explicaba lo que era un “paneo” o un “código de tiempo”, eso no se estudiaba, se estudiaba el fax. Televisión Española es la gran escuela del periodismo en España. Allí conocí personas muy capaces. La tele la hacen y forman muchas personas, necesitas un buen realizador, un buen cámara, un buen editor… Tengo miles de personas de las que me acuerdo. Cuando entré a trabajar en la televisión, fue toda una sorpresa, mucho mejor de lo que yo había pensado, es mi pasión y el lenguaje audiovisual.
¿Qué diferencias hay entre la televisión de antes y la de ahora?
Todas. Ahora es todo muy inmediato. Puedes utilizar imágenes que ni siquiera has grabado tú. Ya se puede emitir con calidad no profesional. Todo ha cambiado muchísimo.
Formaste parte del equipo fundacional de Espejo Público, ¿Qué significó esto para ti personal y profesionalmente?
Fue uno de los retos profesionales más bonitos que he vivido. Me encantó trabajar con Pedro Piqueras que es un gran profesional y además es uno de los mejores jefes que he tenido porque te da independencia, libertad de acción, confía, escucha y valora tu opinión. Para mi fue muy divertido poner en marcha Espejo Público porque era el primer programa de reportajes semanales que se hacía en la Televisión privada en España.
¿Cuál destacarías de todos los programas de Espejo Público?
La experiencia más gratificante ha sido ir con un superviviente español al campo de concentración de Mauthausen y conocerlo con él. Allí hay un momento maravilloso que lo guardaré siempre, cada vez que lo cuento me emociona mucho. Es un campo abierto como museo que periódicamente lo visitan mucho personas, colegios… Aquel día yo iba con él que era un navarro, Aguirre de 85 años y entramos en uno de los barracones. Cuando estábamos allí, nos estaba explicando que cuando llegaban por la noche, se dejaban caer en el suelo, pues prácticamente no había sitio para tumbarse y en ese momento entró un colegio italiano con un señor muy mayor, se hizo un silencio muy grande, cruzaron las miradas, se acercaron, se abrazaron y se pusieron a hablar en austríaco. El cámara pudo grabar lo que estaba sucediendo y fue el momento más emocionante de mi vida profesional.
Cuando el periodismo se hace de verdad, se nota que no hay sensacionalismo, cuando no se fuerzan las cosas, se nota. Fue muy emocionante, los dos habían compartido un momento terrible, fue muy intenso para mí. También he tenido momentos más gratificantes o con más visibilidad como contar la Guerra de Irak en el Informativo de las 9 o la Caída de Sadam.
¿Te contagias de las emociones de las noticias?
Sí, mucho. En mi caso nunca disimulo. El periodismo tiene que ser de verdad. En el fondo nunca puedes dejar de ser periodista.
¿Cómo y por qué escribes tu primer libro “Los bebés robados de sor María”?
Ese fue el fruto de una investigación. Un asunto bastante raro que sucedió hace muchos años y empezó a eclosionar un tema con mucha credibilidad y casualmente me afectó de forma personal porque descubrí que a mi madre le habían robado un niño. Mi madre empezó a hacer una investigación por su cuenta y por el camino encontró personas que estaban haciendo lo mismo, buscando dónde estaba enterrado su hijo y documentación. Aquello fue creciendo de una manera bastante insospechada. Yo empecé a hacer un trabajo primero de manera personal que se convirtió en un trabajo profesional durante bastante tiempo. Era un poco surrealista, y cuando profundicé en el tema descubrí la existencia de una monja que daba niños y de pronto empiezo a conocer madres que denuncian que les han robado a sus hijos y también personas que fueron niños y que les vendieron y que sus padres habían pagado por ellos. En Antena 3 conseguimos encontrar a la madre de una niña. En Antena 3 nos dimos cuenta que una madre estaba denunciando el robo de su hija y por el otro lado había otra persona que estaba buscando una madre, estaba inscrita como hija falsa…. ¡Match! Y aconteció aquel encuentro de esas dos personas. Antena 3 destapó la noticia.
En su momento percibí que podría haber mucha impunidad y pensé que si escribía un libro era una manera de contar lo que por falta de tiempo televisivo no podría. Hubo una editorial que se lo tomó muy en serio y publicamos el libro. El mismo día que acabé de escribirlo, se murió sor María. Mi caso nunca se solucionó.
¿Estás preparando otro proyecto?
Estoy trabajando en una novela. Para mí era más fácil un libro de ensayo pero la novela es otra cosa, hay mucha más técnica.
Has tomado parte activa profesionalmente en el caso Juana Rivas, ¿Qué ha significado esto para ti?
Me he implicado personalmente pocas veces pero en su caso creo que la justicia le ha desamparado. Creo que Juana Rivas no ha sido bien tratada por la Justicia española, creo que un hombre que es maltratador no puede ser un buen padre. Aunque nunca haya maltratado a un hijo, que un hijo sepa que su madre ha sido maltratada es una forma de maltrato y ver el maltrato en tu casa es una forma de maltrato. Este señor fue condenado por maltrato en 2006 y creo que Juana se merecía que la Justicia hubiera parado que esos niños se fueran con ese señor. Entonces no hice mucho porque no me corresponde pero intenté por todos los medios que al menos se supiera la historia. Hubo una jueza que no sabía lo que estaba haciendo, que no sabía cuál era su jurisdicción, que no sabía cuál era el estatuto de la víctima, que no sabía que podía paralizar ese proceso de entrega por el Convenio de la Haya y eso me parece injustificable, igual de injustificable que una mujer española, que ha sido maltratada, que ha huido del maltratador, llegue a España y no tenga cobertura legal. Las instituciones deberían ser eficaces en la lucha contra la violencia de género. Yo estoy muy decidida a implicarme en la violencia de género porque me parece que hay muchísimo por hacer y es una gran desconocida. Intento implicarme pero siempre de manera anónima, poner de mi parte y si puedo colaborar o ayudar en proyectos lo hago. Todavía hay muchas mujeres que están muy sometidas y tenemos que apoyarnos las unas a las otras.
¿Cómo es Soledad Arroyo detrás de la pantalla cualquier día en Pozuelo?
Soy una madre feliz, voy al cole a por mis hijos, hago la compra y llevo una vida muy familiar y con amigos. Hacemos mucha vida en Pozuelo y disfrutamos de todo lo que el municipio nos ofrece, su gastronomía, sus parques, su comercio….
¿Cómo te ves en los próximos años?
Estoy viviendo ahora un momento buenísimo en Antena 3. Estoy muy feliz, hay un proyecto muy bonito, con mucho por hacer, que tenemos que seguir esforzándonos y ahora estoy viviendo un momento dulce porque con cierta experiencia es todo más fácil, ya tienes un cierto peso, estas más tranquila y por lo tanto se disfruta mucho más del trabajo. Ω
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