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No os lo vais a creer, pero no he faltado al curro ni un solo día de pandemia. Todavía no me explico cómo la empresa consiguió un permiso de esos que nos declaró producto de primera necesidad vendiendo turrón y nos hizo trabajadores esenciales. Mi jefe es un enfermo de fichar y del trabajo presencial. Cada vez que le mencionan el teletrabajo suelta una telehostia que como te pille te avía.
Yo me compré en Amazon una máquina de esas de hacer bacalao al pil-pil para mover el ratón y que pareciese que estaba teletrabajando pero ya te digo, no la he podido ni estrenar. Se pone malo sólo de pensar que alguno de nosotros nos podríamos tocar las bolas en casa durante el confinamiento.
Pidió un ICO de medio millón, nos metió a todos en ERTE y nos redujo el sueldo un 40%. Yo nunca le he visto tan feliz.
En la oficina nos tiene a todos mirando contra la pared, dice que así no nos contagiamos y nos vende las mascarillas corporativas a precio de coste, a seis euros cada una. No podemos llevar comida y él nos proporciona agua y sándwiches totalmente higienizados con “fuss fris” por otros seis pavos. Yo intento ahorrar y me ducho con la mascarilla puesta, así no tengo que comprar una todas las semanas.
De los casi mil euros que cobrábamos antes, ahora nos da poco más de trescientos y oye, tan contentos. El hombre cada vez que puede nos convoca a una reunión a las seis y media de la tarde, una hora y media después de que termine el horario oficial, pero lo hace por nuestro bien. Está convencido de que los niños están sobreprotegidos y que algún día le agradeceremos el gesto de habernos separado de los nuestros el mayor tiempo posible. Es un visionario.
Yo cuando quiero que se acabe la reunión sin que se note me ladeo la mascarilla un poco y con un movimiento ágil y casi imperceptible por el ojo humano, me arranco un pelo de la nariz. Es inmediato, a los diez segundos pego un estornudo que se caga la perra y nos manda a todos para casa. No falla. Lo único malo es que al día siguiente nos hace una PCR y nos descuenta 120€ del sueldo. La empresa sólo paga la suya y la de su mujer, que es la de recursos humanos y a la única a la que se le ha autorizado la reducción de jornada con sueldo íntegro.
Tanto producir, tanto producir que al final ya no nos cabía en el almacén tanto turrón, y el jefe nos cambió la extra de Navidad por producto, eso sí, a precio de coste también. Mi mujer se enfadó porque me llevé doce tabletas del duro y otras doce del blando, ella no ve que es un chollo; para la producción utilizamos cacahuetes de primera calidad, que tienen más sabor que la almendra y huevina de Hacendado. Y que al final, míralo así de esta manera, podemos comer turrón todo el año. Hay gente que come helado todo el año y no pasa nada.
Mi jefe en el fondo es un pedazo de pan, es muy cariñoso, sobre todo con las chicas que están en el polígono, les lleva turrón de guirlache, que cuanto más duro más les gusta por lo visto y no hay noche que al salir, no acerque alguna a casa. Lo que no sé muy bien es porqué siempre tarda tanto en arrancar, como va solo les dará palique, digo yo.
Lo que no tiene precio es cómo se preocupa este hombre por todos nosotros y cómo evita siempre ponernos en peligro. A pesar del confinamiento, se ha ido él solo voluntariamente ya cuatro veces a Brasil a supervisar la calidad de la materia prima, de los frutos secos. Y eso que tiene una alergia terrible a la cáscara del cacahuete. ¡Fíjate! la última vez que se fue, vino que casi no podía ni andar, estuvo dos meses rascándose por la mitad del cuerpo. Pobre hombre.
FIN
La risa es una respuesta biológica producida por el organismo como respuesta a determinados estímulos. Si al leer esta historia te has reído o simplemente sonreído, que es una forma suave y silenciosa de reírse, me vale. Algunas teorías médicas atribuyen a la risa efectos beneficiosos para la salud y el bienestar, dado que libera endorfinas. Reír cura tanto o más que el abrazo reconfortante de un ser querido. Si te ha hecho sonreír o reír mi historia, envíasela a un colega para que sepa que le quieres. No rompas la cadena, si lo pones en una Historia de Instagram no te quedarás calvo.
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Jesús Castells es profesor en ESIC, consejero en EDVE Escuela de Ventas y autor del libro “Josdeputaaa!!! Me han “echao”! de la Editorial La Esfera de los Libros, de venta en las mejores librerías y en plataformas digitales.no hay comentarios
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