Por Germán Pose - Fernando Solabarrieta, pastor y coordinador de Fuerza Joven del Centro de Ayuda Cristiano.

El problema de las bandas cada vez es más grave y captan sin cesar a jóvenes, a quienes dan un mensaje muy sugerente y atractivo. Los jóvenes piensan que viven una película, algo divertido, chicas, fiestas, drogas...pero al final todo eso acarrea consecuencias tremendas.  El problema es que faltan herramientas para ayudar a estos jóvenes. 

Los padres de los chavales están muy preocupados, aunque no estén sus hijos en estas bandas. Lo primordial es la concienciación, que los jóvenes entiendan, de verdad, lo que implica este asunto, y es un trabajo que tiene que ser obra de todos, tanto los padres como los profesores de las escuelas. La policía y los jueces están haciendo lo que pueden. Existen 2.500 pandilleros miembros de bandas en la Comunidad de Madrid.

Alberto Díaz, pastor del Centro de Ayuda Cristiano

Hay que diferenciar las distintas medidas sobre la actual problemática social con los jóvenes. Una de ellas, y la más importante, es la preventiva. Nosotros tenemos que lanzar un mensaje a los jóvenes: mejor que salir de una banda es no entrar. Estas bandas tienen un mensaje muy potente y, a la vez, engañoso. Intentan suplantar a las familias. Prometen empoderamiento, popularidad, protección, dinero, sexo...Los jóvenes que son captados suelen ser adolescentes, están en una edad de formación. 

Imagen: Alberto Díaz y Fernando Solabarrieta, pastores del Centro de Ayuda Cristiano.

“ES PRECISO QUE LOS PADRES ATIENDAN MÁS TIEMPO A SUS HIJOS” 

Tenemos que decirles a estos jóvenes que las bandas son organizaciones que les van a manipular y donde ellos son piezas sacrificables en pos del beneficio de los líderes. Es un tremendo problema social y esa labor de concienciación tenemos que hacerla entre todos. Ocurre que los jóvenes no tienen una referencia en sus casas. En la mayoría de los casos provienen de familias desestructuradas, la vida está cada vez más cara y los padres tienen que dedicar muchas horas al trabajo. 

Claro, los hijos suelen estar desatendidos y pasan mucho tiempo libre. Luego está el asunto de las redes sociales, que son un caladero, y el mensaje que lanzan las bandas llega con mucha facilidad a los jóvenes y las familias no están ahí para apoyarles. Es un problema social, no de inmigración. Hay jóvenes que están dentro de las bandas de familias latinoamericanas, del norte de África, del este de Europa y también asiáticos y filipinos. Y muchos de estos jóvenes también son españoles. Entonces, los hijos necesitan referencias, apoyo y contacto familiar, pero ¿qué hacen los padres? ¿Están con los hijos, o trabajan? 

EL PROBLEMA DE LAS REDES SOCIALES 

Después, venimos de una graves crisis económica, la del 2008, que aún colea, luego, la pandemia, que ha supuesto un fenómeno para el que no estábamos preparados. Un confinamiento duro que ha afectado a todo el mundo sicológicamente porque la gente ha estado encerrada. Los colegios, los parques deportivos, bibliotecas y demás han estado cerrados durante mucho tiempo. Así que, ahí estaban las redes sociales, cuyo uso perverso se ha disparado, las bandas se han hinchado a hacer apología a través de sus propios mensajes. Esto ha causado trastornos sicológicos a muchos jóvenes. Y al fin del encierro estaba la calle, donde se han cruzado con esos líderes que les llamaban la atención a través de las redes. 

CADA VEZ MÁS CHICAS INGRESAN EN LAS BANDAS

El problema afecta tanto a chicos como a chicas. Estamos notando que cada vez más chicas están ingresando en las bandas. Incluso hay bandas en las que las chicas empiezan a ostentar algún tipo de liderazgo. Estas chicas son explotadas sexualmente en muchos casos y prostituidas para recaudar fondos para la banda. Pensamos que la sensibilización es clave, dando herramientas y apoyo a las familias. Es preciso hacer labores de concienciación en colegios e institutos, hablando abiertamente, sin tener miedo “al que dirán”, a la reputación de cada uno. Nosotros, como Centro de Ayuda Cristiano, impartimos charlas y conferencias en los lugares que nos lo solicitan. 

PADRES DE POZUELO NOS LLAMAN ALARMADOS

El problema es general, pero hay zonas, pueblos, barrios o distritos que son más propensas a la existencia de estas bandas, pero incoluso en las zonas más próperas, digamos, el fenómeno también está arraigado. Hemos recibido comunicaciones de padres de Pozuelo de Alarcón alarmados por lo que les cuentan sus hijos y lo que viven en sus colegios.  Nos comentan que sus hijos empiezan a ver cosas raras y chicos que se les acercan con proposiciones anormales, digamos. Estos padres de Pozuelo se han puesto en contacto con nosotros mostrando su inquietud y solicitándonos ayuda y la realización de charlas orientativas.

EXISTE TERROR AL “QUÉ DIRÁN” A LA HORA DE HABLAR DE LOS PROBLEMAS DE LOS CHICOS

Lo que ocurre es que estas charlas tienen que ser solicitadas por los centros educativos y, hasta el momento, nadie de esos centros se ha dirigido a nosotros, pero estamos disponibles. Y ahí está el problema, existe ese “miedo reputacional”, nadie quiere ser identificado con ese problema y prefieren dejar pasarlo de largo y mirar para otro lado. Y eso es un grave error, hay que hablar del tema y ofrecer herramientas a los jóvenes para que no caigan en esas redes malditas. Luego están las medidas policiales y judiciales, pero ¿por qué esperar a que se cometa un delito para esa intervención? Lo suyo es prevenir y adelantarse a los acontecimientos.   

Muchas veces sentimos dolor porque nos gustaría hacer más cosas para atajar este problema. Nosotros hacemos nuestra parte, pero somos una iglesia, es decir, nuestros recursos son limitados. Luego también ocurre que hay que estar preparados para el fracaso porque no siempre tenemos éxito en todos los casos que afrontamos. Somos una iglesia y, aparte del resto de actividades evangélicas, tenemos un grupo juvenil que se llama Fuerza Joven, adonde acuden jóvenes con problemas y pandilleros que reclaman ayuda y protección para abandonar las bandas.

LOS JÓVENES NECESITAN VALORES Y ORIENTACIÓN

Nos gustaría hacer muchísimo más, hemos tenido contactos y charlas con la Policía Nacional, con padres y jóvenes y también hemos acudido a colegios y a institutos y cada vez que podemos intentamos dar visibilidad a un problema social. Aquí no estamos para culpar a nadie, es un grave problema social y necesitamos “vertebrarnos”, es decir cohesionar la ayuda y el mensaje para no tener que lamentar las consecuencias de las tragedias que suceden continuamente. 

Los jóvenes necesitan valores, orientación, ocupación y estamos notando que los padres, por los motivos que sean, no se encargan de eso, que es esencial. Mi último mensaje es el siguiente: sí se puede salir de las bandas, no podemos perder la esperanza en los jóvenes, debemos confiar en ellos y las familias deben volcarse más en los hijos y apoyarles en todo. Cuando nosotros trabajamos con estos jóvenes con graves problemas y al cabo del tiempo vemos que han mejorado sus condiciones de vida y han roto con su maldito pasado nos hace sentirnos muy ilusionados. Y no vamos a tirar la toalla, todos juntos tenemos que seguir luchando.   

(La iglesia evangélica del Centro de Ayuda Cristiano se encuentra en el Paseo de Santa María de Cabeza, 12. 28045 Madrid)