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La mala sangre

17-03-2020 1:31 p.m.

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Autor: Jesús Castells
Fotografía: Marta Aparicio
Postproducción: Fernando Aparicio

Cuando estudiaba biología en la carrera, hace ya tiempo, pensaba sin ningún tipo de base científica ni datos que lo avalasen, que una gran parte de las personas que padecían cáncer, se lo auto provocaban.

Mi teoría se basaba en la negación de las múltiples causas que constantemente anunciaban como nuevo descubrimiento del origen del cáncer. Al igual que vosotros he oído de todo; comer pan quemado, fumar y mascar tabaco, pegarse el móvil a la oreja, pasar por los controles del aeropuerto, beberse el suero del yogur, la carne roja y un largo etcétera de motivos, a cada cual más inverosímil, que hacen que a veces uno se quiera dejar morir deliberadamente sin leer ni intentar entender ni uno más. 

El cáncer es una degeneración de las células normales de nuestro organismo. Cada una de las células de nuestro cuerpo tiene sus propias funciones. Las células normales se dividen de manera ordenada. Éstas mueren cuando se han desgastado o se dañan, y nuevas células toman su lugar. El cáncer se origina cuando las células comienzan a crecer sin control. Las células del cáncer siguen creciendo y formando nuevas células que desplazan a las células normales originando el maligno tumor.

Creo en la inmensa capacidad cerebral que tenemos y que hoy en día no explotamos convenientemente. Dicen, y tampoco sé cómo lo demuestran, que sólo utilizamos un 10% de nuestra capacidad cerebral. Hay personas que aseguran poder leer la mente, mover objetos y hasta predecir el futuro. Yo ya sería millonario con cualquiera de estos poderes. No me creo que tengamos un 90% de nuestras capacidades mentales y físicas sin darles uso, como si fuéramos un móvil de última generación, pero sí creo que podemos hacer cosas maravillosas.

El caso es que somos capaces de hacer cosas increíbles con sólo proponérnoslo. Todos tenemos algún amigo o conocido al que los médicos dieron su caso por perdido y ahí sigue, vivito y coleando. O que le dijeron que jamás podría tener un hijo y ya van tres. ¿Son milagros o simplemente personas que no se quisieron resignar a su destino? Que lucharon contra todo pronóstico. ¿Cuántas personas se han curado? Algunas veces el cáncer, la vida o ahora el puto virus te dan una segunda oportunidad, te brindan un cambio, una nueva elección y es en ese momento, cuando priorizas y pones cada cosa en su sitio. Las que nos cambiaron por dentro. Te conviertes en una mejor versión de ti mismo, más sereno, más vivo. Te hacen un ser superior, capaz de amar de verdad. Una buena persona.

Y no hace falta tener a la muerte enfrente para saber leer entre líneas nuestro cuerpo, nuestra vida y ver que nos estamos haciendo daño. Llámalo como quieras, hemos tenido avisos, alarmas o señales divinas previas que hemos ignorado y que a posteriori nos hemos dado cuenta de que no hemos sabido o querido escuchar.

Pero no hace falta que hablemos sólo de enfermedades o impedimentos fisiológicos, en el mundo de la educación o empresarial, las biografías están llenas de anécdotas de profesores o profesionales que estigmatizaron a sus protagonistas con frases motivadoras como “nunca llegarás a ser nada en la vida” o “no vales para nada, cacho carne” y hoy son eminencias, prestigiosos doctores o multimillonarios. Parece que nada es imposible cuando hablamos de las capacidades del ser humano.

Ya era difícil imaginar este mundo en el que nos toca vivir, cada vez más rápido, hostil, cambiante y lleno de competencia, como para que llegara un enemigo microscópico y nos arrodillase a todos a la vez. Y nos parase en seco.

Todo esto es para nuestro bien y para nutrir las grandes superproducciones de Hollywood, nada vende más que una pandemia, o alguien que sale de la nada y llega a presidente, con un poder inconmensurable. O que corre una maratón sin piernas. Son ejemplos aspiracionales de deportistas, políticos, youtubers, emprendedores y músicos que nos muestran continuamente que, si quieres, puedes. Los guiones están abarrotados de casos de superación y de resiliencia, que proliferan como hongos. El sueño americano.

Pero la realidad supera nuevamente a la ficción. El ser humano es increíble, capaz de lo mejor y también de lo peor. No me voy a cebar con las cosas malas que podemos hacer a nivel macro, las podéis ver en los telediarios a cualquier hora, eso lamentablemente también vende mucho.

El ser humano también es capaz de hacer mal a nivel microscópico, incluso para su autodestrucción. Tenemos la capacidad de quitarnos la vida de un solo plumazo. Y aunque no seamos conscientes y yo no lo pueda demostrar, creo que también tenemos capacidad para hacerlo de una forma lenta y minuciosa.

Tener recurrentemente malos pensamientos nos lleva a hacer realidad que nos ocurran cosas malas. Estar permanentemente pensando en que nos han hecho daño y los comprensibles pensamientos de ira, odio, rencor, envidia, venganza que generan… avivan la llama del mal en nuestro interior, estoy convencido. Desear que alguien se muera, enferme o sufra al menos lo mismo que nosotros, produce lo que antes llamaban “mala sangre”.
Y la mala sangre recorre nuestras arterias y venas y riega nuestras células con esos micro pensamientos negativos y estoy convencido de que consiguen que muten.

Quizá no sólo sea uno mismo el que se lo puede provocar, sino también el entorno, educar en el odio o vivir en un ambiente constantemente dañino, también nos puede hacer mal, pues mi teoría hacía aguas con las personas buenas o los niños con cáncer. El símil de los fumadores pasivos.

A lo mejor hay una salida, quién sabe, ¿no deberíamos de alimentar nuestros organismos de buenos pensamientos? Quizá deberíamos de erradicar la maldad, por fuera y por dentro, en sus múltiples versiones y promover el amor y la armonía como medicina curativa.

Quizá deberíamos de pensar un poco más en los demás e intentar actuar siempre de la forma correcta y responsable. Sin esperar más premio que sentirnos bien por dentro. Cada vez que lo hacemos nos estamos demostrando respeto a nosotros mismos, a nuestra raza. Quizá nos iría mejor a todos. Ser buenos, no parecer buenos, obrar bien y tener buenos pensamientos.

Estar bien por dentro es ser capaz de hacer el bien. Intentar ser mejor cada día que pasa es un propósito muy loable. Piénsalo, ahora tenemos tiempo. Ya sé que peco de utópico, pero todos hablamos de cambiar el mundo y sólo hay una forma de hacerlo. Todos juntos desde el amor. No hay atajos, ni personas que lo puedan hacer solas. Estamos lejos, muy lejos de conseguirlo, aunque un día habrá que empezar, aunque sea desde cero. Y personalmente preferiría que fuera antes de que nos autodestruyamos individual o colectivamente.

Tenemos que cambiar por dentro ¿Será esta la última llamada?

Jesús Castells es el autor del libro “Josdeputaaa!!! Me han “echao”! de la Editorial La Esfera de los Libros, de venta en las mejores librerías y en plataformas digitales.

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