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La Cátedra del Prado 2019, dirigida por Antonio Muñoz Molina, se podrá seguir en directo a través del canal de YouTube del Museo del Prado

07-11-2019 8:48 p.m.

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La Cátedra del Prado 2019 se articula a través de cuatro conferencias que tendrán lugar desde hoy en el auditorio del Museo del Prado y a las que podrán asistir los primeros 400 alumnos inscritos ya que en la primera semana del período de matriculación se superó la cifra del aforo de la sala. El resto de los interesados  podrán seguir las ponencias en directo a través del canal de YouTube del Museo del Prado.

Ciclo de conferencias
El lugar de la pintura
7 de noviembre de 2019. 19.00 h

Una reflexión sobre los sentidos diversos y la naturaleza particular que han tenido las obras de arte a lo largo de la historia, antes del nacimiento de la mirada estética y de la canonización en el museo: objetos sagrados, incluso milagrosos, a los que se rezaba, y que cumplían una función distinta según el lugar donde se encontraran; declaraciones de propaganda política, y con frecuencia representaciones que se preservaban a la vista de casi todo el mundo porque tenían un valor de excitación erótica. Para nosotros el lugar de la pintura es el espacio abierto y a la vez neutro del museo: examinar dónde han estado colgadas las obras, con qué grado de visibilidad, nos ayuda a comprender el valor que tuvieron para quienes las coleccionaban, según muestran los inventarios sucesivos del Alcázar de Madrid o del palacio del Buen Retiro, y las diatribas contra la pintura erótica del padre Paravicino, entre otros.

Historias visibles e invisibles
14 de noviembre de 2019. 19.00 h

Al menos desde el impresionismo la mirada estética quita todo valor al contenido narrativo o simbólico de un cuadro, propiciando una percepción a la vez formal y subjetiva. Pero a lo largo de la historia los cuadros, las imágenes, siempre han contado historias, religiosas, políticas, mitológicas, literarias, que eran evidentes para los espectadores que las contemplaban. No podemos ver de verdad un cuadro sin ser conscientes de lo que veían en él sus contemporáneos, y también de los diversos grados de ambigüedad y evidencia con los que jugaba el pintor, la dificultad calculada que alejaría a un espectador no cultivado de contenidos o alusiones muy específicos. Desvelar las historias más o menos ocultas en una pintura es una ronda más en la aproximación a ella.

La contemplación de lo real
21 de noviembre de 2019. 19.00 h

En los repertorios de imágenes de la historia del arte la observación de lo real no ha sido muy frecuente. Antonio López García dice siempre que en muy pocas épocas los artistas se han fijado de verdad en lo que tenían delante de los ojos. En un país como España los pintores trabajaban casi siempre al servicio de la Iglesia y del poder político, y su tarea consistía en representar lo sagrado, lo milagroso y lo celeste, la gloria de los reyes y de los señores. Las cosas cotidianas y las vidas reales de los pobres, los trabajadores, las mujeres, no formaban parte del repertorio temático más valorado por quienes regían el gusto y encargaban la pintura. Pero por caminos diversos, con intenciones o coartadas simbólicas casi siempre, detalles concretos de la realidad material, la naturaleza, el trabajo, aparecen en la pintura, unas veces en segundo término y como al azar, otras con una intención abierta, casi siempre burlesca o moralizadora. Desde una flor o una planta minuciosamente observada, hasta el interior de una fragua o de una cocina, o la carnicería real de una batalla, lo real se vuelve tangible en las obras del museo, permitiéndonos acceder a visiones de mundos desaparecidos.

La materia y el oficio
Jueves 28 de noviembre de 2019. 19.00 h

En esta última ronda el zoom de la contemplación se acerca al máximo a lo concreto de la obra de arte, a su consistencia material, los pigmentos, el lienzo, el efecto del tiempo, los saberes de la restauración, y también el oficio y la condición laboral y social de quienes se dedicaron a pintar. Con mucha frecuencia, para ennoblecer la pintura y subrayar su carácter sagrado, se le negó toda condición material: muchos retratos milagrosos se pintaros por sí mismos o fueron completados por los ángeles o los santos, como cuando la Virgen posó para san Lucas. Por otra parte, los pintores, queriendo librarse del estigma de la artesanía, vindicaron desde el Quattrocento el carácter intelectual de su trabajo, la ausencia casi completa de esfuerzo físico. Pero la obra no es esa imagen virtual que parece no tener existencia tangible y que se difunde en las reproducciones: es un objeto singular, que se ha hecho con procedimientos manuales, que tiene una historia, que puede ser modificada, restaurada, incluso destruida: la obra es una presencia real, y la tarea del museo es custodiarla y mostrarla en toda la pluralidad de su naturaleza y de sus significados.

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