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Si hay una saga familiar de deportistas, esos son los “Lorenzo”. Los Lorenzo Sanz y el talento de hacer del deporte arte, convirtiendo el nombre y apellido en todo una institución en el deporte.
Lorenzo Sanz Mancebo (a quien me dirigiré como Lorenzo-padre), fue presidente del Real Madrid; y Lorenzo Sanz Durán (en este baúl, Lorenzo-hijo), quien llegó a ser jugador de baloncesto del Real Madrid, se encuentran en un baúl de conversaciones, debates e inquietudes, en la mejor compañía gastronómica: los crêpes, como nueva visión empresarial de Lorenzo Sanz Durán. Un Baúl familiar, deportivo y muy entrañable.
Por Katy Mikhailova
Imagen Ricardo Rubio
A parcamos el coche con Carmen en la puerta del local. Nos espera un almuerzo muy familiar, diferente y deportivo. Nada menos que en la Avenida de Europa nº2. En la fachada, unas letras al más puro estilo neoyorquino, dejan claro que se trata de la primera creperie de Pozuelo. “Creperie and Shakes”, apto por todos los públicos, incluso mascotas (incluso los loros, como el curioso caso de una clienta fija).
“De política y religión mejor no hablamos”, afirma, entre bromas, Lorenzo Sanz Mancebo, mientras esperamos a su hijo. A lo que no dudo en añadir que somos todos madridistas (Carmen y yo, para más inri, Mourinhistas).
Entretanto, descubrimos que en la mesa de la esquina está uno de los hijos de Lorenzo Sanz Durán, también Lorenzo, “Loren” para la familia; que debe de medir cerca de los dos metros, y que también va para jugador de baloncesto, como su padre.
Después de varios negocios en la hostelería en Madrid capital (uno de ellos fue un restaurante de cocina española que L. S. Durán llegó a abrir cerca del Estadio S. Bernabéu con Lopetegui de socio; sí, Lopetegui de socio), esta es la nueva aventura empresarial de L. S. Durán, junto a su socia, Gorana Tabak.
Nace así, hace unos meses, este acogedor espacio para los amantes de los dulces, los batidos y de la comida americana ‘de siempre’, pero adaptada a los tiempos actuales, cuidando al máximo la calidad de cada producto.
Lo definen, de alguna manera, como un restaurante americano-español, con guiños a los crepês de origen francés, aunque, como el propio L.S. Durán explica, “no se puede encasillar al restaurante en nada”. “Encontramos este local que iba en nuestra línea, y nos lanzamos”, prosigue contando Lorenzo. A lo que su socia, de origen croata, mientras degusta un batido détox de color verde, cuenta que siempre hizo crêpes y zumos: “Mi pasión es la cocina”, completa Gorana.
Aprovechando que tengo a hijo y a padre juntos en una misma mesa (el tercero de la saga, con mucha educación, almorzó en otro rincón con su abuela, la mujer de L. S. Mancebo -ella, todo elegancia-), no desperdicio la oportunidad única de preguntar qué tienen en común el uno con el otro. Tras un ligero silencio, Lorenzo-padre bromea: “ninguna”. Entre risas, añade “somos muy familiares”. Entonces en ese momento Lorenzo-hijo completa recordando que ambos se han dedicado siempre al deporte, pero que la diferencia es que él lo practicaba también, mientras que su padre el deporte lo ha vivido sólamente desde la gestión, ya que “era otra época”.
Lorenzo iba para futbolista, y no fue hasta los 15 años cuando, gracias a su 1.98 de altura, le propusieron “probar” el baloncesto. “Dejar de jugar es complicado. Pasas de entrenar 5 horas a no entrenar nada”, nos va contando L. S. Durán sobre cómo es la vida cuando decides dejar de jugar oficialmente en un equipo. Y es que, de haber querido seguir jugando, a Lorenzo-hijo le habría tocado volver a cambiar de ciudad. “Había gente mejor que yo”, repite con mucha sinceridad y sin ningún complejo. “Hay una edad en la que te crees el mejor del mundo. Pero después llegas a los entrenamientos y descubres que hay gente que juega mejor que tú”, insiste.
Paliar con la situación de ser eternamente el hijo del que fue el presidente del Real Madrid no fue tarea fácil. Como un arma de doble filo (en donde la parte “fácil” es poder ofrecerle la mejor educación deportiva a tu hijo), esta situación te obliga, en cierta manera, a tener que ser “el doble de bueno” (en palabras de Lorenzo-hijo) para demostrarle al mundo lo que uno vale. Y es que era el propio Lorenzo-padre que, siendo director del club deportivo, Pedro Ferrándiz (el que es considerado el entrenador que más Ligas españolas y más Copas de España ha ganado, siendo entrenador del Real Madrid Baloncesto durante dos décadas), le animó a traer a L. S. Durán a jugar al Real Madrid Baloncesto. Ante esta propuesta, el padre de Lorenzo joven y con la maleta llena de sueños (en especial, el llegar a jugar en el equipo merengue) dijo rotundamente que “no”. Tuvo que intervenir un Raimundo Saporta molesto, mandándole una carta a Lorenzo-padre en donde, como el mismo padre confiesa, “me pone a parir”, recordándole los logros de su hijo. Así que finalmente Lorenzo Sanz presidente tuvo que aceptar que su hijo jugara en el equipo blanco.
¿Frustración? Preguntamos a Lorenzo-hijo, durante este relato. “Sí, con la gente que es injusta. Tienes que intentar ser mejor siempre por ser ‘hijo de’”. Es más jodido. Pero tienes que convivir con ello”, contesta.
Una infancia llena de goles y una etapa adulta inundada de canastas
Lorenzo recuerda su infancia con “mucho cariño familiar”: sus hermanos, primos, amigos... todos, en torno a una comida o viendo un partido de fútbol, cuenta. Su primera contacto con el deporte rey empezó, como no podría haber sido de otra manera, con su padre en el Bernabéu. La relación con sus hermanos siempre fue “extraordinaria”, en palabras del deportista, y se pasaban gran parte del día jugando al fútbol. Aunque narra que en su tiempo libre también le gustaba disfrutar de las carreras de caballos, como a sus padres.
La relación con los abuelos también fue muy especial, aunque a los paternos les veían menos que a los maternos. “Recuerdo unos caramelos de fresa que nos daba el abuelo Lorenzo, caramelos que acompañaba de un cachete cariñoso. Al haber sido boxeador…¡no veas como dolía!”, evoca, entre nostalgia y mucha gracia. Y confirma haber aprehendido el valor de ser buena gente y los valores familiares de sus padres.
Como contábamos antes, empezó con el fútbol, pero con escasos 15 años le propusieron probar el baloncesto: “mi pasión era el fútbol, pero ya con la irrupción de la Selección Nacional en los JJ. OO. de Los Ángeles y esa medalla de plata que se gana... también empieza a gustarme bastante el baloncesto”.
Su época en los EE. UU. la recuerda como una experiencia inolvidable: “jugar al baloncesto en la meca de ese deporte y ver cómo lo viven a nivel universitario es algo único.
Su etapa universitaria (estudiando “International Business” en Lafayette College en Easton, Pennsylvania, que estaba además en la primera división de la NCAA) confiesa que fue una época dura: “era una universidad bastante fuerte académicamente y me costó bastante”
—¿Qué recuerdos guardas de tu paso por los Lafayette Leopards (91-93)?
Era como el bicho raro del equipo. Único extranjero en el equipo, y, al principio, me costó bastante, pero luego me fui adaptando y jugando cada vez mejor, siendo titular directamente en mi freshman year, cosa bastante complicada ahí.
—Imagino que echarías de menos España estando fuera...
¡Claro! ¡No existía internet!
—Y de América a Las Rozas, ¿cómo vives ese cambio?
En los EE. UU. me di cuenta de que mi universidad no era tan fuerte como esperaba y pensé que en España y en Madrid podría seguir evolucionando mejor mi baloncesto, aunque esa primera experiencia en Las Rozas fue complicada porque era un equipo con mucho veterano.
—Del 94 al 96 juegas en el Canoe (hoy conocido como RM Castilla), ¿cómo recuerdas esta etapa?
¡Mis mejores años en baloncesto! Tanto a nivel personal como de equipo, me sirvieron además para dar el salto al primer equipo. Después pasé a la primera plantilla del Real Madrid, en la que jugué durante dos años.
—¿Cuáles eran tus miedos cuando das el salto a un equipo tan importante?
Quería triunfar en el Real Madrid, pero imagino que no dí el nivel suficiente, encima que estuviera mi padre de presidente no ayudaba…
—Muy pronto pasas a director general del Real Madrid Baloncesto, ¿cuáles son los valores que has decidido inculcar a tu equipo cuando lo diriges?
Los mismos valores que tiene el Real Madrid y por los que no para de conseguir títulos.
—También diriges la liga ACB en el 2000. ¿Cuál crees es tu principal aportación?
Revolucionado un poco la sección que estaba estancada. Traje un entrenador nuevo, Sergio Scariolo, jugadores nuevos, incluso cambiamos un poco la gente dentro de la sección. No teníamos jefe de prensa. Cambiamos hasta al médico y fisioterapeuta... Y nos salió de maravilla. Sobre todo porque acabamos ganando la liga en Barcelona.
—¡Casi nada! Ironía aparte. Actualmente eres comentarista de partidos, ¿qué es lo que más te gusta de esta otra profesión que sigue ligada a lo tuyo?
Comentar los partidos en esta etapa del Real Madrid de baloncesto es un auténtico gusto. Creo que van a pasar como la mejor etapa de la historia del club si consiguen ganar otra copa de Europa (Euroliga).
—Hablemos del deporte rey… ¿cómo viviste la Décima?
Todas han sido increíbles. La 7ª y la 8ª, con mi padre de presidente, fueron super especiales, pero el resto no se quedan atrás. La décima en Lisboa fue emocionante por cómo se produjo el empate en el famoso minuto 93 y luego cómo arrasamos en la prórroga. Lo vi sentado junto a mi padre. Las siguientes tres las he visto junto a mis hijos porque quería que vivieran la experiencia de compartir una sensación así: y después han vivido tres seguidas.
—¿Y el Mundial?
He sido de los que he seguido a la Selección desde siempre con mis amigos, incluso viajando en caravanas. Y nos lo hemos pasado siempre fenomenal, incluso cuando no ganábamos… imagínate cuando empezamos a ganar como la Eurocopa de Austria, donde también estábamos.
—¿Cuál es la final de basket más emocionante que has vivido desde el otro lado, como espectador o/y comentarista?
Tengo claro que el partido que ganamos en Barcelona contra el barsa en la liga del 2000 en un quinto partido decisivo, por lo que significó. Fue el mejor partido que he vivido de siempre.
—¿Qué tal es tu relación con Florentino?
Mi relación con el presidente es buena, en su día me ofreció seguir al frente de la sección según derrotó a mi padre en las elecciones, pero no me pareció ético. Ahora he vuelto a trabajar para el club en funciones de comentarista de esta gloriosa época, así que no puedo más que estarle muy agradecido.
—¿Qué opinión te merece la actual gestión de la Selección Española?
Lo que pasó antes del mundial de Rusia me pareció una auténtica chapuza: destituir al entrenador que ha llevado al equipo a disputarlo horas antes del primer partido me pareció increíble y penoso.
La felicidad de cumplir sueños
Padre de 3 hijos, Lorenzo cuenta que les está educando en los mismos valores que le han educado a él. “Tengo el mejor ejemplo del mundo con mis padres, y sobre todo mi madre, que siempre ha estado encima de nosotros y que nos ha enseñado desde el principio lo que está bien y lo que está mal”, explica. “Los estudios son lo primero y luego viene lo demás, incluyendo el deporte”, completa.
A la pregunta del futuro sobre su hijo “Loren”, no duda en contestar que “Loren lo que tiene que hacer, como sus hermanos, es centrarse en los estudios. Es muy difícil llegar a destacar en cualquier deporte y por eso la prioridad siempre es esa”. Asegura hacerlo (la labor de padre) lo mejor que puede, y confirma estar orgulloso de sus hijos.
Confiesa estar feliz al cien por cien. Y nos desvela no haber sentido nunca la necesidad de “tirar la toalla”. No cree en el destino y quizá uno de sus mayores miedos sea el fracaso.
Aun así, Lorenzo, con dosis de humildad y realismo, no se corta ni un pelo en analizar su pasado y su presente para sacarle el máximo “partido” (y nunca mejor dicho) al futuro. Es sencillo, cercano, familiar. Es una leyenda viva, y aquí estamos transcribiéndola para aportar algo más a la posteridad del baloncesto, del Real Madrid y del deporte en general. Por su calidad humana, por su madridismo, por su verdad: gracias, Lorenzo(s). Ω
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