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Por Alexandra Casán
Luego de los resultados de las recientes elecciones municipales en Francia, me pregunto si la utopía de Eduardo Galeano está encaminada a dejar de serlo. Galeano, titulaba utopía a aquel poema maravilloso que vislumbra un sueño tan real como lejano y tan cierto como utópico. Podrían pensar algunos.
Lo cierto es que ese poema, manifiesta lo que debiera ser y parece imposible lograr. Autos aplastados por perros, la estupidez como delito y donde el nivel de vida deja de ser el nivel de consumo, además de que el político deja de creer que los pobres comen promesas y la iglesia anexa un último mandamiento, “amaras a la naturaleza de la que formas parte”.
Y es que la naturaleza es la más afectada, ya que, por años, los gobiernos se han preocupado por construir armas nucleares y “avanzar” hacia una era industrial y tecnológica, separando a los seres humanos de la misma, por ello la tendencia a explotarla y destruirla, sabiéndose ajenos a esta. Así lo expresaba hace 30 años el filósofo japonés Takeshi Umehara, quien establece una separación del hombre y la naturaleza debido a querer “avanzar” hacia una modernización con base en la ciencia y la tecnología, sin tomar en cuenta daños colaterales, que al fin y al cabo terminan con la destrucción del mundo tal y como lo conocemos.
Contrario a ello, durante estos últimos meses, hemos notado un cambio positivo en la naturaleza, debido al confinamiento, y me pregunto si será este el punto de inflexión, y los seres humanos habremos comprendido e interiorizado el daño que nos estamos haciendo y que le hemos estado haciendo al planeta durante mucho tiempo. Los cierto, es que las recientes elecciones municipales en Francia, asoman una luz al final del túnel, debido a que el partido ecologista venció con una amplia mayoría al partido del presidente Macron, y no es que yo esté de un lado o del otro, pero es evidente que al menos parte de la ciudadanía francesa es consciente de lo importante que es comenzar a tomar acción en cuanto a este tema.
Eventualmente el confinamiento nos está dejando muchas lecciones y una de ellas, es que mientras las personas están encerradas, los animales son libres de disfrutar de un ambiente limpio y un suelo urbano, alguna vez robado por las personas. Hermosos paisajes que hacía años se habían dejado de ver por los gases de efecto invernadero y la excesiva contaminación, han vuelto asomar su cara, como la cordillera del Himalaya, vista desde la India a más de 150 km de distancia.
Efectivamente las personas somos parte de la naturaleza, y si ella no está bien, nosotros no estamos bien, así lo plantea la teoría del “buen vivir” de los nativos americanos, donde existe una comunión entre el ser humano y la naturaleza. Es importante darnos cuenta con lo vivido estos últimos meses, como sin la presencia del ser humano el mundo florece.
En conclusión, aunque nos falta mucho para alcanzar ese sueño utópico de Galeano, tengo fe que estamos cambiando para bien, por eso mi lado político no deja de preguntarse, si ¿son las elecciones francesas un salto a lo que sería el crecimiento de partidos ecologistas a una escala global?, o si por el contrario partidos conservadores y/o liberales ¿le empezaran a dar la importancia que realmente merece a la naturaleza?
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