REDACCIÓN - Pozuelo de Alarcón vive estos días un despertar ciudadano que pocos podían anticipar. Lo que comenzó como una recogida de firmas contra la construcción del nuevo Recinto Ferial y Palacio de Congresos, ha desembocado en un movimiento vecinal con voz, estructura y memoria: POZCAVIR, la veterana asociación en defensa de la calidad de vida y contra el ruido, ha vuelto.

Este lunes, más de 6.000 firmas fueron entregadas como muestra de un rechazo masivo al proyecto impulsado por el Ayuntamiento. Solo 24 horas después, el martes 13 de mayo, se celebraba la Asamblea General Ordinaria de POZCAVIR. No fue una reunión cualquiera. Fue una declaración de intenciones. La respuesta fue abrumadora: récord de inscripciones en una sola jornada y una energía difícil de contener.

Vecinos de Pozuelo y Aravaca, algunos con décadas de vida en la zona, otros recién llegados, encontraron un espacio común donde expresar una inquietud compartida: no quieren un recinto ferial al lado de sus casas. No así. No sin diálogo. Y no a costa de la tranquilidad que les llevó a escoger este municipio como hogar.

POZCAVIR, que en su día logró varias victorias judiciales frente al Ayuntamiento, ha resurgido con nuevos estatutos, una estructura reforzada y el respaldo de quienes la fundaron. Ya no es solo una asociación: es una plataforma viva, con músculo jurídico y un objetivo claro. “Defender el derecho a una vida digna, tranquila y en paz”, como repiten muchos de sus nuevos miembros.

No sorprende, por tanto, que esta reactivación haya empezado a mover fichas en el tablero político local. Silencios institucionales, declaraciones ambiguas y la sensación de desatención han funcionado como gasolina para este resurgir cívico. Lo que el Ayuntamiento vio como trámite administrativo, los vecinos lo han sentido como un desprecio.

En la asamblea también se abordaron cuestiones que van más allá del recinto. POZCAVIR estudia ampliar su radio de acción, abrirse a otras causas vecinales y extender su influencia a barrios hasta ahora sin representación organizada.

La emoción está contenida, pero es palpable. No se grita. No se exhibe. Pero late. En cada adhesión, en cada correo, en cada reunión improvisada en los portales. Pozuelo está hablando. Y esta vez, quiere que se le escuche.