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Imagen: Trabajadores de Navantia de la Bahía de Cádiz reclamando trabajo en 2013.
Los españoles tenemos varios problemas de base, y uno de ellos es que desconocemos nuestra Carta Magna, aquella que refleja nuestros derechos y obligaciones. A ello se le suma otro problema, a saber, nuestra memoria a corto plazo, ya que olvidamos muchas veces cómo hemos llegado al Estado de Bienestar actual y quiénes han sido los artífices de tales éxitos. Y por último, pero no por ello menos importante, nuestro pecado capital, la envidia.
El punto 3 del artículo 56 de nuestra Carta Magna reza así:
“La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad.”
Por tanto es de entender que aunque nos vendan la idea de que todos somos iguales, no es así, ya que un rey, a pesar de los muchos privilegios que tenga, no dispone de la libertad de ejercer otra función o dedicarse a otro quehaceres. Sin embargo, éste no es el caso de cualquier ciudadano español ya que él si puede.
“Es de mal nacido ser desagradecido, y en eso somos campeones mundiales.”
Gracias al contrato que se consiguió “in extremis” con el gobierno de Arabia Saudí en 2014, la empresa estatal Navantia no está cerrada, lo que hubiera asestado un golpe mortal a la Bahía de Cádiz, tras la deslocalización de Delphi, el cierre de Visteon y el fracaso del Plan Bahía Competitiva. Los tres astilleros gaditanos (Puerto Real, Cádiz y San Fernando) acumularon entre 2005 y 2012 más de 470 millones de euros en pérdidas. El déficit de encargos por aquel entonces podría haber provocado la destrucción de más de 3.200 empleos directos.
Por este motivo los empresarios, alcaldes, presidentes de CCAA y el jefe del ejecutivo acudieron al máximo representante del Reino de España, ese hombre de aspecto campechano, amable, simpático y el mejor diplomático que desearía tener cualquier jefe de gobierno.
En aquel entonces, el rey llevó a cabo una gira por Emiratos Árabes Unidos y Kuwait al que le siguieron otros tres desplazamientos a Omán, Bahrein, Arabia Saudí y Qatar en busca de contratos con los países del Golfo Pérsico, que buscaban desarrollar sus infraestructuras. Su majestad afrontó ese viaje con un bastón y una sesión diaria de fisioterapia de mantenimiento, en dicha gira le acompañaron algunos ministros, junto con una quincena de directivos de empresas constructoras, compañías de ingeniería, tecnológicas y navales, entre otras.
"Dar un empujón final"
La relación del Rey con estos países ha sido muy estrecha durante sus 39 años de reinado, su presencia siempre ha sido clave para que las compañías firmaran estos suculentos contratos. Por poner un ejemplo, OHL, FCC, Isolux y CAF-Talgo cerraron el contrato del metro de Abu Dabi (6.000 millones de euros). Actualmente las empresas españolas compiten en Emiratos para hacerse con la venta de 13 barcos de Navantia y 9 aviones de Airbus. Emiratos y Kuwait son tenedores de la deuda española e inversores en nuestro país a través de sus fondos soberanos, con Arabia Saudí se ha triplicado el comercio desde 2010 y los contratos superan los 17.000 millones de euros.
En definitiva, no juzguemos por actos banales, sino por lo que aportamos a la sociedad, que la balanza sea positiva y que el resultado neto de nuestros intereses sea mayor. Zarzuela siempre dice que ni el Rey ni el Gobierno consiguen contratos para las empresas españolas, pero sí pueden ayudarlas a cerrar el acuerdo, si se encuentran bien situadas frente a sus competidores.
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