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Madrid esta inmóvil. Quieta. Apenas late. Su corazón se para. Un leve suspiro y ya. Apenas un ruido de patio vacío. Voces ocultas de edificios con el alma en ruinas.
Madrid se estremece, se agita, se sacude. Hay un eco diferente con cada palabra que vuela y se detiene ante ti como un boomerang que acude a la llamada. Pero Madrid siempre vuelve. No os olvidéis. ¡Siempre volvemos!
Anoche a las 11 llegó el primer enfermo al pabellón 9 de IFEMA. 5.500 camas que en los próximos días se irán llenando. El mayor hospital de Madrid lleno en un puñado de dias.
He dejado de escuchar. Llevo un rato viendo pasar ambulancias y no escucho sus sonidos, no advierto el rumor de nadie. Lo coches pasan y los charcos se han apagado en su propio reflejo. No tengo espacio en mi mente para más palabras.
A las 6 de la mañana he mirado el reflejo de un amanecer sin consuelo. A las 8 he visto una calle vacía y sin inquietudes. A las 9 camiones de transporte llenaban los pabellones preparados de IFEMA con desgana. A las 10 y media ambulancias de Samur y UME se habían dado cita para desinfectar y ultimar los detalles finales del gran hospital de campaña de Madrid. Los operarios se sucedían con responsabilidad pero sin brillo. El ánimo es un asignatura que hoy suspenderíamos todos.
Aunque siempre hay quien tira del carro y no se deja vencer por el desánimo.
A las 12 Serrano estaba desierto, terreno baldío a pesar del agua caída y los tenues rayos de sol que amenazaban tanta tristeza.
A las 12 y media subido en el puente de Eduardo Dato hago una foto con mucha paciencia y cierta resignación. Una foto de una Castellana casi vacía.
Una de esas fotos que al disparar piensas : “esto ya lo he vivido yo”.
Estoy cansado. Se notan los días, el paso de las horas. Llevo casi 12 días seguidos sin librar. Y sin querer hacerlo también. La calle me llama. Tengo la sensación de que no voy a durar en ella y quiero bebérmela sorbo a sorbo. Y emborracharme de sus luces y sus sombras. Y amanecer en su cama cada mañana como un amante por conveniencia.
Me dice Damián que me enganche al movimiento #yomecorono.
Al principio me suena un poco a los “Hombres de Paco”, una serie de polis a lo Pepe gotera y Otilio. Luego vi el video de Playa Cuberris y me gustó. Me enseñaron fotos de Madrid vacío para ver si había algo parecido, de un Madrid insonoro que diría el gran Makeda –eres un yo hace 25 años… que lo sepas–. Y pensé que esta mañana había dejado el coche en medio de la lluvia y me había subido a aquel puente por algo: por Damián, un autónomo que lucha cada dia por sacar adelante bandas con talento y que esta lleno de incertidumbre por como vendrán dadas después de todo esto. Por Playa Cuberris unos chavales que lo parten como dice su bio. Y por volver a mezclar palabras, fotos y vivencias clandestinas en este cautiverio virtual con David Gallardo.
Sólo por eso, ya merecía la pena salir esta mañana a las 8, mojarme, dividir mi mente en blanco y negro, bueno y malo, para no sufrir demasiado con tanta melodía que me empapa hasta mojarme el alma. Y luego el frio, y la soledad y el silencio volviendo a casa. Y soñar por ti un amanecer mejor mañana. Aunque no este de moda soñarte, o este mal visto el desearte. Aún así yo por ti me arriesgo y sueño.
Todo va a salir bien. Sí, es ñoño, pero si tienes cojones ven a decírmelo a la cara. A menos de un metro. A mi cara le hacen falta tus sueños.
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