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Por Jesús Castells
Fotografía: Marta Aparicio
No sé tú, pero yo empiezo ya a estar un poco hasta los cojines de esta corriente que pretende que seamos permanentemente felices. No es realista, ni natural y tampoco es posible. Para poder sentir felicidad, tienes que haber sido infeliz alguna vez o al menos haber sufrido su carencia.
Me parece bien ver la vida desde el lado positivo, procurar que el mayor número de momentos posibles sean felices, que pongamos fotos y videos de postureo en redes sociales, esto último es un poco lamentable, pero aun así, lo tolero. Lo que creo que ya se nos está yendo de las manos es que con lo de vivir experiencias memorables, quieran hacernos felices en cualquier sitio y en todo momento. Me niego y me parece una actitud irreal y egoísta. Muchas veces cuando debería de sentir felicidad he experimentado una sensación agridulce pues para que yo ganase, otro tuvo que perder. O cuando yo aprobé no quise celebrar mi exaltación, porque algunos de mis compañeros y amigos, no lo consiguieron.
Reivindico la tristeza como fuente de inspiración y creatividad, como momento de desconexión y de paz. Y sobre todo como estado previo o complementario a poder ser feliz. Si comiéramos todos los días angulas (por cierto, ya no me acuerdo ni cómo sabían…) llegaría el día que las aborreceríamos, además de no darles valor alguno.
Yo lo llamo la industria de la felicidad, que mueve millones. En el trabajo se empeñan en hacerte feliz y como te vean cabizbajo, te mandan al psicólogo. Parece que no haces bien tu trabajo si no estás con la sonrisa puesta. Son infinitas las circunstancias que nos afectan diariamente y van haciendo que la montaña rusa de felicidad suba y baje sin que muchas veces seamos conscientes ni protagonistas de las decisiones que nos llevaron a ese puerto.
Estoy de acuerdo en que es mejor pasar más tiempo en el modo feliz que en el de triste, pero creo que eso es una opción personal. Hay personas que quieren ser gordas y que les hace infelices que estemos todo el día diciéndoles que se encontrarían mejor siendo delgados. Para mi es más importante respetar la opción que cada uno elija, que estar permanentemente predicando cosas que además luego en la intimidad, ni nosotros mismos somos capaces de cumplir.
Tonino Carotone se cagaba en el amor y yo hago lo propio con aquellos gurús que pretenden obligarme a ser siempre feliz, y mira que soy un tío predispuesto, alegre y positivo, pero no todo el puñetero día, ¡contra! Es lo mismo que les pasa a los Cómicos, no son graciosos las veinticuatro horas del día.
La vida está hecha de la suma de pequeños momentos y es bueno pretender que haya más buenos que malos, qué duda cabe, pero como en botica, ¡hay de todo! Y es bueno y sano que los haya. Perseguir la felicidad continuamente nos llevará a ser infelices, porque es un objetivo imposible. Es una expectativa que crea frustración en sí misma. Mi consejo es que intentes ser feliz a ratos y hasta con las cosas más pequeñas. Todo suma. Yo soy muy feliz comiendo un pincho de tortilla, hablando un rato con un amigo, paseando en bici con mi mujer y mis hijos o cuando lees y compartes mis artículos.
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