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Por Germán Pose - Los músicos de La Lira son el gran orgullo de Pozuelo de Alarcón y este domingo de azul invencible de otoño, en la celebración de Santa Cecilia, la patrona de la música, volvieron a dar su nota de excelencia.

Santa Cecilia, mártir gloriosa de la historia universal, estaría orgullosa, si hubiera sido capaz de echar un vistazo desde el Más Allá, al acto de homenaje que le brindaron en Pozuelo con motivo de su festividad. En esa extraordinaria epifanía volvió a brillar con toda su intensidad la Orquesta Sinfónica La Lira, el orgullo de Pozuelo. 

La Lira es una orquesta de gran calibre y, además, escuela de músicos -más de 400 alumnos forjan su talento musical en sus aulas de la calle Isidro Gómez-. Jóvenes aspirantes a exquisitos violinistas, briosos trompetistas o maestros del piano o del clarín. 

En la festividad de Santa Cecilia -celebrada el domingo 20 de noviembre- se volvieron a lucir los músicos de La Lira de Pozuelo. Primero, en el pasacalles hasta la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, con lances virtuosos que, en el interior del templo,  envolvieron con incienso de sangre dulce la ceremonia religiosa.  

Como esa coral góspel entonando el Aleluya que convirtió en eterno himno el inmortal Leonard Cohen. Y entre los sones de la orquesta, la homilía del oficiante, el sacerdote de la parroquia, que anduvo fino y ajustado en su discurso al que aliñó con algún que otro guiño crítico a los rufianes gobernantes que mueven sus hilos siniestros.

La emoción se apoderó de algún que otro parroquiano novato durante el sagrado oficio, cosas de la memoria y de los domingos de otoño. Y todo llegó a su fin, con los apretones de manos de paz y el rito de la comunión. Hasta vecinos rivales de emociones  olvidaron sus disputas por un instante. 

Y la música se fue a otra parte, pero la emoción quedó impregnada en el alma de los paisanos que brindaron con vermú al salir de la iglesia. Como ese Aleluya de Cohen, temblando en el aire y cosiendo, a duras penas, los corazones más rotos.