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Por Candela Jiménez / Fotografía Ricardo Rubio - El olor a serrín, el sonido de un taladro y de una radio antigua con una gran antena plegable fuera de catálogo, le sumergen a una en el espacio de un universo paralelo, y ya, muy lejano, todo un viaje al pasado. En la máquina del tiempo nos situamos en el año 1954, cuando Lorenzo Álvarez funda la carpintería Álvarez y Asociados en Pozuelo de Alarcón que, a día de hoy, en 2021, se mantiene viva gracias a la labor de su nieto, Juan Pedro Álvarez, de 57 años de edad, y que lleva desde los 18 cultivando el legendario oficio de carpintero, que ya languidece por los nuevos tiempos. 

“Es un oficio de los que ya no quedan, está en declive porque ahora te vas al Decathlon o al Ikea y tienes todo servido, nos ha aniquilado. Antes, no hace mucho, una mesa, un armario o una cama se construían en la carpintería. Ahora te lo traen hecho de un sitio de esos”, comenta, resignado, Juan Pedro, entre el polvo del humo de las maderas, a Pozuelo IN. “El trabajo ya no es el mismo, hay menos carga, pero se mantiene vivo,  sigue funcionando, pero esto es otra cosa”, afirma Juan Pedro quien, no muchos años atrás, trabajaba sin tregua, hasta bien entrada la noche, fines de semana incluidos. Hay oficios que, como el de carpintero, no se enseñan en la universidad, se aprenden en el taller, en el tajo, a diario, como lo hizo Juan Pedro, que alternaba sus horas en la carpintería familiar con su aprendizaje en la Escuela de Artes y Oficios de Pozuelo, ya desaparecida. 

Esta carpintería -Álvarez y Asociados- es un negocio familiar que ha pasado de generación en generación desde el año 1954. Primero Lorenzo, después su hijo y, finalmente, su nieto, Juan Pedro, quien, junto a su primo Vicente, son los que mantienen a flote el taller a día de hoy, aunque ya va vislumbrando su final: “por mi parte no hay nadie que vaya a heredarla porque no tengo hijos, por parte de mi primo a lo mejor sí, pero tampoco le veo con muchas ganas de sacarle partido a la carpintería”, confiesa. 

Todos los miembros de la familia Álvarez son de Pozuelo, “de toda la vida”, empezaron con otra carpintería en la Colonia de la Paz, en la calle Méndez Núñez, y, más adelante, se trasladaron a la actual, situada en la calle Ramón Jiménez, junto a la plaza de la Coronación.

“Álvarez y Asociados” es la carpintería más antigua de Pozuelo y es de las pocas que quedan. Permanece con las mismas máquinas para trabajar la madera que existían hace más de 50 años y, según cuenta su dueño, están  en plena forma, “funcionan como el primer día”. Esta familia de carpinteros ha hecho obras relevantes para el pueblo, como el tejado del antiguo Ayuntamiento que estaba en la plaza del Padre Vallet, que era de madera, o la rehabilitación de las ventanas antiguas de la sede del nuevo Ayuntamiento, que antes era el convento de Cristo Rey. Además de los tablones de la antigua plaza de toros. “Ese trabajo lo hicieron mis padres, porque la única carpintería que había en el pueblo era esta”, afirma. 

Una carpintería muy taurina

Las paredes de este singular taller de carpintería están salpicadas de carteles antiguos de corridas de toros celebradas en la vieja plaza de  Pozuelo y en algunas de Madrid y otras partes de España”. “No he tocado nada, está todo exactamente igual, solo limpié las paredes un poco durante el confinamiento de la pandemia aprovechando el parón”, relata.

Pero no solo los toros deslumbran en las paredes del taller, también el fútbol tiene su gran protagonismo, sobre todo, el equipo de la familia, el Real Madrid, que ocupa gran parte del espacio. Hay carteles antiguos de alineaciones del Madrid, tanto del equipo de fútbol como el de baloncesto. Y, por supuesto, fotos antiguas de Pozuelo en las que aparece el fundador del negocio, Lorenzo Álvarez, con viejos amigos en las calles en blanco y negro del pueblo. 

Carpintero y trompetista

La artesanía de la madera no es solo la única ocupación de Juan Pedro pues aparte de maestro del cincel también es un virtuoso de la trompeta y fundador de una de las más célebres bandas de música españolas, La Lira de Pozuelo.“ En Pozuelo siempre ha habido gran afición a la música, y hay documentos del año 1800 que ya registran la existencia de bandas de música”, cuenta Juan Pedro. “La Lira me da más disgustos que esto (ríe), el oficio de carpintero es más tranquilo, lo domino más fácilmente que la música, que muchas veces me llena de angustia, aunque lo hago con todo el placer del mundo”, concluye Juan Pedro mientras tira de segueta y nos despide con la mejor de sus sonrisas.