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NOVIEMBRE 2012  /  ACTUALIDAD

Un jardín mágico

16-02-2015 11:55 a.m.

Pozuelo de Alarcón cuenta, en la calle Mercedes de la Cadiniere, con un divertido y mágico jardín creado y cuidado por unos vecinos

Desde hace 15 años (en 1997 plantaron un olmo siberiano), unos vecinos de la calle Mercedes de la Cadiniere –dama francesa afincada en el municipio hacia 1936, en plena Guerra Civil–, comenzaron a cuidar un terreno que tenían frente a sus casas y que se convertía cada fin de semana (tras los famosos botellones) en una zona poco saludable.

Armados de buena voluntad, amor por las plantas y paciencia, comenzaron a recoger cosas recicladas, según nos comenta Alfonso Colodrón, “el jardinero”, y a cuidar este terreno. “Lo que hay que agradecer es la participación desinteresada de los vecinos”, asegura este terapeuta que dedica sus ratos libres a cuidar este jardín lleno de secretos. “Hoy viene alguien y pone un muñeco, mañana es otra cosa, pero siempre hay cosas nuevas en este jardín”, asegura.

Estético, productivo y educativo

“Finca” lo llaman con sus vecinos. Entre risas y entre bromas se tratan de terratenientes. Pero lo que es cierto es que esta zona, de más de 2.000 metros cuadrados, es un jardín más del municipio. Llama la atención el colorido que tiene y el paseo que se puede dar. Allí, uno se puede sentar y ver cómo con material reciclado se pueden hacer cosas bonitas, divertidas o curiosas.

Alfonso nos cuenta cómo los vecinos se han ido implicando cada vez más con el cuidado del jardín. “Aquel vecino aportó dinero, el otro ese olivo, y esos otros frutales, la familia que vive allí, pintura, tierra…”,  señala, mientras sonríe y recuerda que la idea que tenían era que fuese “estético, productivo y educativo”. Estético porque el jardín realmente llama la atención a cualquier persona que pasa por allí por la agradable armonía y apariencia que ofrece a la vista. Productivo porque lo que desean es que sea “autosuficiente”. Alfonso saca provecho de todo: tiene plantados tomates, habas. “Para quien quiera”, dice. Y educativo: “Llegó una vecina y dijo que quería que quien viniese supiera que plantas o árboles son los que tenemos en este jardín, y les puso etiquetas identificativas a todos”, señala Alfonso.

Y tranquilizador, porque quien lo observe, disfrutará de la tranquilidad que transmite. Y  quien conozca a su autor, sabrá por qué.. Él, en los dos últimos años, pasa unas tres horas diarias cuidándolo. Se nota. Lo que desea es que vengan madres con sus niños y merienden o que paseen o… ¡que descubran la magia que puede haber en un pequeño jardín!